Candy bar, mesa dulce, sweet table, sweet buffet… estos son algunos de los términos que se usan para hablar de la mesa llena de dulces y gominolas que están en toda celebración que se precie. Aunque mucha gente piense que esto es algo nuevo, lo cierto es que su origen se remonta a los años 50, como no, en Estados Unidos.

En un principio eran los amigos de los novios los que previamente a la boda se reunían para elaborar dulces y pasteles y luego colocarlos en una mesa bien decorada a modo de regalo para la pareja.  A día de hoy, los candy bar forman parte de toda celebración que quiera contar con un rincón dulce, ya no son exclusivas de las bodas, podemos ver una mesa dulce en bautizos, comuniones, cumpleaños, etc.

A la hora de elaborar una sweet table podemos dar rienda suelta a nuestra creatividad, y es que en cierto modo se podrían considerar una pequeña obra de arte en la que jugar con los colores, texturas y formas.

Todo candy bar tiene que tener un orden y sentido, no vale con amontonar los dulces sin más, hay que buscar una temática acorde a la celebración y adaptarnos e ella. Otro asunto a tener en cuenta es el tamaño de los dulces y gominolas, tenemos que pensar que la idea es que todos los invitados puedan saciar sus ganas de dulce y probar varias cosas, por lo tanto, lo ideal es que sean cositas pequeñas para picotear, nada de pasteles grandes. Los cupcakes son siempre una buena idea, su colorido y su sabor no dejan indiferente a nadie.

Más allá de los dulces en sí, podemos jugar también con la decoración de la mesa, los recipientes en los que presentar los pasteles, globos, y cualquier otro elemento que cuadre en nuestra sweet table.

Resumiendo, los candy bar son un valor seguro para una celebración, algo alegre, colorida y que gusta a todos independientemente de la edad. Como dice el refrán, a nadie le amarga un dulce.